Existe un bar en La Habana, Cuba, al final de un callejón sin salida que posee un espejo en una esquina del recinto en donde dicen que si te observas pierdes la memoria.
Muchos han forzado la leyenda creyéndose mas, olvidando hasta el grado de ebriedad. Sin embargo, cuentan, que un hombre, sin nada que perder, ingreso con ímpetu dejando la puerta abierta de par en par, esquivo la barra y sin más se detuvo frente al espejo. El bar hizo silencio a tal espectáculo. El hombre dio vuelta, miro sin mirar y se marcho. Al salir alcanzaron a ver que cubría su cabeza con una boina.
Desde ese entonces, cuentan, que el espejo le dice a todo aquel que se atreva a mirarse el propósito en la vida.
Muchos afirman que el espejo fue incapaz de borrar tanta seguridad.
Al día de hoy, varios, viajan a La Habana en busca del espejo; otros, en cambio siguen al hombre.
Muchos han forzado la leyenda creyéndose mas, olvidando hasta el grado de ebriedad. Sin embargo, cuentan, que un hombre, sin nada que perder, ingreso con ímpetu dejando la puerta abierta de par en par, esquivo la barra y sin más se detuvo frente al espejo. El bar hizo silencio a tal espectáculo. El hombre dio vuelta, miro sin mirar y se marcho. Al salir alcanzaron a ver que cubría su cabeza con una boina.
Desde ese entonces, cuentan, que el espejo le dice a todo aquel que se atreva a mirarse el propósito en la vida.
Muchos afirman que el espejo fue incapaz de borrar tanta seguridad.
Al día de hoy, varios, viajan a La Habana en busca del espejo; otros, en cambio siguen al hombre.